¡Quema!- gemía el niño mientras Isabel amablemente le untaba ungüento en la quemadura.
Es por tu bien- le decía para tranquilizarlo
¡Isabel, duele mucho!- El niño se hacía el fuerte pero no podía evitar que algunas lágrimas cayeran.
Reinaldo, tranquilízate, todo lo que intento hacer es para que tú estés bien, mira, estoy aquí, siendo que podría estar con Javier mirando las flores y comiendo helado, me privo de cosas por tu bien, así que ten algo de consideración- Dice con un dejo de maldad en sus palabras.
Reinaldo, sintiendose culpable, toma el ungüento y se lo aplica él solo - Ve con Javier, yo puedo solo- Isabel se apartó y caminó a la puerta, mientras Reinaldo se aplicaba el suave ungüento en la herida que siempre llevaría en su corazón. Isabel ya no era ni volverá a ser nunca mas de él.
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