Historias que no concluyen

El lindo sapo saltó directo a la trampa, quedó a merced de el águila en terreno abierto, una extraña posición adoptó el verde animal, mientras la emplumada atacante decidida se lanza en picada... zum! en un instante la rana desaparece y atónita el ave se posa sobre una piedra, entre los árboles aparece un lobo
-Mala caza- comenta el lobo.
-Pésima, el sapo desapareció- Dice nerviosa el águila
-¿Que no me ves?- gruñe el lobo
-¿Que no veo que?- Mas extrañada aun el águila
-Que jamas en toda nuestra persecución te diste cuenta de quien era de verdad, pero mírame ahora, un astuto lobo con capacidad de razonar y ser fuerte, debo admitir que cuando sólo era un sapo eras mi modelo, porque volar es un sueño para mi, pero cometiste un error grave, a pesar de saber bien como me movía y predecir muchas de mis jugadas me subestimaste, jamás pensaste que existían otras formas de ser mas fuerte y eme aquí, un fuerte lobo fuiste demasiado orgullosa y creíste siempre que sin ser tu presa seguiría siendo un ser mediocre... debo decirte ahora ave idiota, que soy astuto, soy fuerte, soy hábil y todo eso gracias a ti...
La testaruda águila nunca asumió la verdad, el sapo se convirtió en un lobo, al haberlo estimado sólo como presa y jamás considerarlo como un guardián de bosque tan esplendido, simplemente se negó a la realidad, entre sus pares calumniaba y restaba importancia al lobo, diciendo que sus acciones no eran buenas, que la rana cambió para mal, pero en la consciencia de los habitantes sabían que no era así y aceptaban al lobo como era y no lo juzgaban por no ser como fue, por no ser esa rana. Cabe decir que el lobo jamás dejó de admirar al águila, y cada comentario que recibía, fuera cierto o no, destruía su corazón, pero lograba sobreponerse por el deseo de volar un día con el águila a su lado.