El primero.

-Esta, es una historia que te tiene que importar pequeño- El viejo hablaba con tono duro, pero nunca dejando su amabilidad de lado. El pequeño se sentó en su silla pareciendo incomodo, pero si el viejo decía que era algo importante, si que era importante.

El viejo se levantó y comenzó a deambular por la habitación, taciturno, el niño lo miraba sin mucho ánimo, el viejo tomó una fuerte bocanada de aire y comenzó su relato:

El Rey Alcander era el señor de las tierras centrales de un continente, su posición era privilegiada, porque tenía la característica de que podía ver los movimientos de todas las naciones alrededor, bueno casi todas. Hacia mucho tiempo tubo una disputa de amor con una de las regiones sureñas, ahí vive la mujer que él más ha amado en toda su vida. Por voluntad y sanidad, mandó a construir un muro enorme que impidiera la mirada hacia ese lugar y sólo dejó abierta una rendija para pequeños mensajes de suma importancia. El muro era bastante simple de derribar, pero Alcander sabía que si lo hacia él saldría herido, y no solo él sino que ahora su nación podría facilmente dañar la tierra de su amada quizá sin quererlo, pero el daño es daño al fin y al cabo.
El Rey se acostumbró a su vida de dolor, vivia en relativa paz y celebraba siempre ferias y festivales con las naciones vecinas, pero llegó un día en que todo eso cambió. Es contado que esa mañana Alcander vió una suave bruma oscura que envolvía con su manto todo el continente, levantó suavemente el velo que cuidaba su lecho y miró por la ventana hacia su guardia. Los soldados estaban algo agitados y de mal humor por las fuertes cuchilladas que retumbaban en el horizonte, Alcander jamás pensó que unas de las naciones que forjaban la alianza más poderosa estubiera en una guerra encarnizada, utilizando lo que ambas sabían de la otra las amistades se fundían en explociones gigantescas de furia y dolor, moría de a poco con cuchilladas certeras la que una vez fue la más poderosa cofradía de poder, derrepente, un pajaro negro surcó el cielo hacia el oeste, se sentía caer y llorar un feudo completo, donde la reina perdía a su rey mientras su castillo se derrumbaba en sombras absolutas, que colmaban las lágrimas de legra amargura, así caia otra nación. Por otra parte los festivales al sur se hacian cada vez más auto destructivos, las drogas, el alcohol y la desorganización amenazaba por perder los estribos y llevar a las naciones al colapso, ¿Era esa una buena forma en realidad de llamar la atención de su vecino? Al final todo se sumía en caos. Por otra parte algunos degollaban a sus pares y otros se refugiaban en el amor, nuevas pequeñas naciones fueron surgiendo y algunas de ellas se desarrollaban debilmente a pesar de su espiritu grande. Al final el Rey se acercó un poco a la gran muralla esperando algo de paz, pero en su lugar oyó que al otro lado gritos de odio a alguna mujerzuela, algo de dolor y angustia, y una negra bruma se alzó tras el muro. Alcander, cansado, se dió vueltas por el castillo recordando la belleza del tiempo pasado, miró hacia un lugar en que guardaba una rosa roja, se arrodilló y llorando en sus petalos pidio que todo acabara, abrazado a la rosa se durmió... Pasaron semanas en que Alcander dormido soñaba con el amor que existía detras del muro. Al despertar, subió a paso lento y cansado, sin que nadie se diera cuenta a la torre más alta, miró a todos lados la debastación que había, pero se dió cuenta de algo... en su reino todo era calma y paz, habia buena cosecha, el humor era excelente... El Rey se sintió feliz y optó por preocuparse egoistamente de su pais, llegaron a la corte muchos pedidos de ayuda, en los cuales exigian tiempo con él para reuniones sociales y todas esas cosas burocraticas, pero Alcander optó por no inmiscuirse en temas, si pasaba una carrosa y lo llevava por el camino que él iba, tranquilamente se subia, si no, simplemente pasaba a la invitación, en ningún momento cortó relaciones con los reinos aledaños, pero si dejó que ellos solos solucionaran sus problemas y no se involucró más allá, ahora era solo él y tenía que sólo preocuparse de su gente... y amar lo que vivió detrás de la muralla

El viejo miraba por la ventana evocando al pasado, y mientras hablaba tranquilamente el niño lo miraba con admiración.

-Alcander... fue el mejor Rey que esta tierra jamás tubo, porque simplemente no se dejó manipular ni llevar por las mil y una perversiones del planeta.- el viejo así terminó su relato.

El niño estaba entusiasmado y preguntó - Esa muralla, es la que tiene con sangre pintada la palabra "Dulcinea" cierto? - El viejo sonrió y dijo:

- Jamás la olvidó... en realidad, a pesar de todo, jamás la olvidé...- El niño asombrado mira curioso al anciano, pero éste toma su bolso y sale de la habitación.

 

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Soy Rodrigo, tengo 22 años y vivo en un mundo en el cual quiero poder manejar y saber todo, tengo muchas caretas todas ellas parte de mi personalidad. Me gustan los sentimientos pero me frustra demasiado el no poder comprenderlos. Espero un destino que lo mas seguro no exista, pero el soñar con ello es algo que me llena. Amo la luna, y soy un romanticista fuera de época.